16 noviembre 2007

Níscalos salteados con piñones y albahaca


Ingredientes

400g de níscalos limpios - 6 dientes de ajo - 2 cucharadas de piñones - 2 cucharadas de albahaca fresca picada - la ralladura de un limón - pimienta negra - cayena molida - aceite de oliva virgen extra - sal

Limpiar bien los níscalos, desechando los estropeados y agusanados, y cortar en trozos medios.

Picar el ajo muy fino y rehogar en un buen chorro de aceite de oliva, con la cayena. Cuando empiece a dorarse, incorporar las setas y saltear unos minutos. Salpimentar generosamente. Incorporar los piñones, albahaca, la ralladura del limón y pasar todo junto dos o tres minutos.

Servir caliente

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El níscalo (lactarius deliciosus / cat. rovelló, pinatell - vasc. ziza gorri - gall. pingadouro) es una seta silvestre de las más comunes y deliciosas, como su propio nombre científico indica, je, je... Se encuentra en todo el territorio nacional, apareciendo siempre en pinares. Es una seta fácil de reconocer, que tiene como característica particular que al cortarla secreta abundantemente un látex de color rojo-anaranjado intenso. Este látex, al contacto con el aire, se vuelve con el tiempo de color verde cardenillo, por lo que las zonas dañadas y magulladas de esta seta presentarán este color.

Suele ser difícil de limpiar, ya que, al crecer en pinares, presenta abundancia de tierra, hierbas y agujas de pino. Por ello, suele ser bueno darles una primera limpieza "in situ" en el bosque al recolectarlos . Los ejemplares más jóvenes y más pequeños son los más sabrosos. Los más grandes suelen estar con frecuencia parasitados por gusanos, especialmente la zona del pie.

Tiene un sabor particular, contundente y potente. Si son ejemplares muy viejos tendrán un sabor relativamente acre, y os puedo asegurar que el sabor varía según las zonas geográficas e incluso según la especie de pino a la que se encuentren asociados. En cualquier caso, es una seta deliciosa, que soporta muy bien preparaciones especiadas y robustas, cocciones prolongadas y estofados.

Hoy os las presento salteadas, con abundante ajo y pimienta, piñones y albahaca, para darles un sabor más contundente. Son setas que quieren bastante sal al cocinarlas; sed generosos, así como abundante pimienta. También toleran muy bien el picante.

¡Ah, y un aviso!... los níscalos contienen una sustancia colorante natural que se elimina por vía renal. Si nos comemos un plato como este, en el que el níscalo es el ingrediente principal, en las siguientes horas observaréis que vuestra orina se tiñe de color sangre. No pasa nada; tan sólo es un pigmento, pero nunca está de más saberlo... por si acaso.

Y un consejo básico, que debe darse siempre. Cuando consumáis setas silvestres, debéis de estar seguros de conocer perfectamente la especie. Si no, no la comáis o pedid ayuda a un experto, que hay muchos siempre dispuestos a ayudar, y muchas sociedades micológicas que encantadas os echarán una mano. Las setas venenosas son minoría, y las mortales muy pocas, pero, desgraciadamente, todos los años vemos intoxicaciones con setas silvestres, a veces de consecuencias fatales.

Así que, precaución ante todo. Las setas comestibles, siempre transportadas en una cesta aparte, y deben ser revisadas en el campo al recolectarlas y una por una antes de cocinarlas. Y nada de consumir ejemplares tan dañados, o tan pequeños, que no muestren sus características, ni trozos de setas, aunque nos parezca que sabemos de qué seta son. Ni agusanadas o estropeadas, porque no merecen la pena gastronómicamente. Recordad que un trozo del tamaño de una uña de Amanita Phalloides es suficiente para matar una persona. Y en España, crecen abundantemente. Por favor, no seáis temerarios. Con las setas, no se juega. No merece la pena.

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